16 de junio de 2010

HOGARES AMBULANTES



Ha llovido toda la noche. He colgado el póster de Robert Pattison en la pared de mi nuevo cuarto. Es mucho más pequeño que el anterior. Las paredes están recién pintadas, pero debajo de esa capa blanca de pintura se aprecian los desconchones del gotelé. El armario es exacto al de mi abuela. Una antigualla de franjas siniestras que parecen tener ojos. La lámpara lo mismo, tiene muchos cristales. Recuerdo que de pequeña me gustaban los colores que despedían al sol, pero ahora los odio. Igual que las cortinas de flores desgastadas que hacen juego con el edredón. Son cutres y tienen un olor a rancio que se clava en la garganta y no me deja respirar. Pero no me quejo delante de mi madre. Ya me ha dicho: «tienes que tener todo metido en las bolsas. Los libros en las cajas. Cosa que dejes fuera, cosa que se quedará donde está. No podrás volver a recogerlo». Bastante tiene ella con encontrar un sitio donde dormir y buscar un nuevo empleo. Seguro que no tardará en llegar con el uniforme de algún burger.


Ella es médica. Trabajaba en un hospital. Vivíamos en un edificio con piscina y jardínes. Yo tenía amigos. Y ahora… ahora, nada tiene que ver con lo que dejamos atrás. Muchas veces me pregunto el por qué de todo esto y la respuesta llega hasta mí, latiéndome en la garganta, sin atreverme a pronunciar el nombre del culpable. Hace dos años que vamos de ciudad en ciudad. Y esta vez no quiero escuchar a mi madre la puñetera frase: «sabe dónde vivimos». No quiero.


Luisa Fernández

Fotografía extraída de Internet.

16 comentarios:

  1. Hola Luisa me encanto tu relato
    son circutancias de la vida en
    muchas familias cosa muy habitual
    en cambio de casa de empleo habiendo
    vivido bien ahora a volver empezar.
    Recibe un fuerte abrazo
    y muchos besos compañera...

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  2. Hola, Jose.
    Me alegro que te haya gustado.

    El abrazo y los besos van de vuelta, compañero.

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  3. Gracias, Pepe.
    Un besazo también para ti.

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  4. Un desgarrador relato, Luisa.
    Una mujer luchadora la madre de la protagonista de tu relato. No todas se atreven a huir con sus hijos de un hombre maltratador y pocas tienen la entereza para plantar cara y decir “Hasta aquí”. Es horrible como se transforma la vida de la muchacha y de la madre por tener que huir, teniendo ella un trabajo tan formidable como el de doctora y viviendo tan bien como vivían. Sin duda has reflejado con maestría la situación de aquellas valientes que luchan cada día por seguir adelante, y seguramente agradeciendo un día más el seguir vivas.

    Bravo otra vez Luisa, por mostrarnos una vez más la cruda realidad que afecta a muchas familias y por la forma tan sutil y efectiva con que lo haces.

    Un abrazo.

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  5. Qué manera más bella de hablar de la violencia machista que nos mata porque se creen nuestros dueños, que nos humillan, que nos persiguen...

    Una media de seis mujeres son asesinadas cada mes en nuestro país ¿imaginas a cuantos miles asciende las que viven en el horror continuo en el mundo?

    Los que no hacen nada y miran para otro lado son también cómplices.


    Muy bueno el relato, Luisa.

    Un abrazo,

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  6. Gracias a ti, Pandora.
    Es una maravilla cómo desgranas mis palabras. Mis relatos no tienen secretos para ti. A veces dudo de si se entenderá el mensaje que he querido trasmitir, pero siempre aparece alguien como tú que borra de un plumazo todas mis dudas.
    Y sí, la vida es un calidoscopio. No sólo se muestra la fiesta y la sonrisa. Hay existencias muy duras que merecen mi atención. Éste es sólo un pequeño homenaje a todas aquellas mujeres que luchan por seguir vivas un día más.

    Un beso muy fuerte.

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  7. Tesa, la semana pasada fueron seis, casi a una por día. Las estadísticas se parten frente a cifras como esta. Es una barbarie y no hay que ir a la guerra para ver los cadáveres. Está ocurriendo frente a nuestros ojos. Quienes mueren son nuestras hermanas, nuestras vecinas, nuestras amigas, nuestras madres e hijas… Y hay que gritar e intentar ayudar a estas mujeres que están solas frente a sus asesinos.

    Gracias por tus palabras.

    Muchos besos.

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  8. Un relato con sorpresa final pero, lo más importante, con denuncia. Una denuncia de rabiosa actualidad y que, lamentablemente, no decrece. Los hombres que maltratan a las mujeres y sus familias existen y hay que ponérselo difícil. las mujeres deben encontrar la salida cuando la convivencia se convierte en un infierno. Basta ya de aguantar.
    Un abrazo, Luisa, desde mi orilla.

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  9. Si, Mos. Esas mujeres necesitan más ayuda de la que les pueden brindar sus familiares. A veces, no es tan sencillo. Las familias tienen miedo también porque no es la primera vez ni será la última que hemos escuchado que el asesino se lleva por delante a la madre o al padre de su víctima.
    Los maltratadores deberían llevar un aparato que pitara estridentemente cuando se acercase a menos de quinientos metros de su víctima. Y sólo dejase de sonar cuando se alejara. Así todo el mundo le miraría y sabría que se acerca un asesino. Creo que sería factible. Pero claro, luego llegarían los demagogos y dirían que eso es anticonstitucional.

    Gracias, Mos.
    Un beso muy fuerte.

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  10. Excelente relato, esa denuncia me llega hondo no porque la sufra, por las que la sufren.No entiendo tanta violencia y me pregunto muchas veces ¿por qué, por qué?
    Besos

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  11. Tienes razón, Ana. No hace falta sentir en las carnes propias los golpes para empatizar con ellas. A mí me dan escalofríos sólo de pensar en la angustia que deben pasar a diario.

    Muchos besos y que tengas un buen fin de semana.

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  12. Una más de esas duras realidades que nos rodean y nos afectan en lo más hondo. Difícil también tomar la decisión de romper con las cadenas; hay muertes que van dejando cada día, filo a filo, herida a herida, su poso sin llegar a morir. Éstas también son muy duras y a veces, sólo a veces, la muerte física la ven como una liberación. De cualquier modo toda denuncia es poca y toda bien recibida.
    Estremecedor relato lleno de realidad.
    Un beso fuerte, nos vemos mañana.

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  13. Como bien dices, Resu, toda denuncia es poca. El rosario infinito sigue su cuenta y las mujeres mueren cada día. No para. Nada le pone freno.
    Escribir sobre ello es un mínimo gesto que de nada servirá, pero así lo siento.

    Un beso muy fuerte, compi. Mañana nos vemos.

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